El biólogo Alberto Scorolli, en diálogo con Arnaldo Botto, hizo un profundo análisis de la situación histórica y actual de los animales que fueron insertados hace ya varias décadas, y que sin control alguno, hicieron del Parque Provincial Ernesto Tornquist su lugar en el mundo.
Próximo a cumplir 30 años estudiando la situación de los caballos cimarrones en el Parque Provincial Ernesto Tornquist, el biólogo Alberto Scorolli analizó la situación actual de los equinos y trazó paralelismos con la historia que ya tienen por estos lares.
Al respecto, y dándole un marco histórico, aseguró que “un núcleo de caballos es donado a la Provincia, y sin ningún tipo de explicación se sueltan en el Parque y sin ningún tipo de cuidado sobrevivieron, se reprodujeron y los números crecieron. Como en cualquier estancia, el pastizal tiene un límite, y justo en un área protegida que quiere cuidarse todo ese tipo de elementos”.
En ese punto, reconoció que “incluso la fauna nativa, cuando tiene un número elevado, genera un impacto para el Parque. Los caballos generar un impacto grave. Hay que reducir los números, acorde a lo que pueda manejar el Parque”.
Recordando, el biólogo que desde 1995 sigue la huella de los cimarrones, admitió que “en 2007 se retiraron caballos y eso generó conflictos, y las administraciones posteriores en ese entonces suspendieron ese manejo hasta la actualidad. Es una necesidad. Para nosotros es una urgencia. Sabemos que el número de caballos es alto”.
Sin quitar el foco del presente, Scorolli rememoró que “cuando empezamos había unos 400, pero para fines del 2001 había más de 600. Después hubo una tormenta muy fuerte, donde no se permitió hacer necropsias, pero estimamos que los rayos fueron el principal causante de una gran mortandad, llegando casi a los 200 ejemplares”.
Ese alivio para el ecosistema duró poco, ya que “los caballos se reproducen muy bien, con suficiente lluvia en otoño y primavera, alcanza para tener mucho pasto, e hizo que en pocos años los números crecieron otra vez. Vamos a llegar a los números récords otra vez, lo que no es bueno ni para los caballos ni para la biodiversidad”.
Dejando de lado el mito de que los caballos corren de los lugares a los guanacos, Alberto Scorolli mencionó que “los equinos en general toleran mucho la endogamia y no tienen muchos problemas de genética. En el Parque no se sabe porque no se han hecho estudios al respecto. De igual manera no hay tanta deformidad como se ha comentado. Lo que sí es común es que estén parasitados, que tengan algún tipo de lombrices, pero eso es normal”.
FUENTE: www.noticiasradioreflejos.com.ar