Casi no hay argentino que no recuerde con emoción, el vibrante discurso de Raúl Alfonsín que lo llevó directo a la Presidencia. Fue el 27 de octubre de 1983, en la Plaza de la República, ante un millón de personas. Esta es parte de ese discurso del primer presidente de la restauración de la democracia Argentina de los últimos tiempos.
“…Los argentinos, casi todos los argentinos, tenemos en nuestra boca el amargo regusto de trabajar en vano, de arar en el mar porque periódicamente asistimos a la destrucción de nuestros esfuerzos.
Y todo esto ocurre porque el poder que se puede obtener con la violencia y la prepotencia sólo sirve para lo que ellas sirvan, es decir para destruir. Es poco o nada lo que se puede construir con la violencia y la prepotencia. Y así es como está nuestra desgraciada Nación.
La crisis de autoridad sólo será resuelta restableciendo la autoridad, es decir la capacidad para conciliar, la aptitud para convencer y no para vencer.
Tendremos autoridad porque seremos capaces de convencer, porque estamos proponiendo lo que todos los argentinos sabemos que necesitamos: la paz y la tranquilidad de una convivencia en la que se respeten las discrepancias y en la que los esfuerzos para construir que hagamos cada día no sean destruidos mañana por la intolerancia y la violencia.
Proponerse convencer sólo tiene sentido si estamos dispuestos también a que otros nos puedan convencer a nosotros, si aseguramos la libertad y la tolerancia entre los argentinos. Proclamamos estas ideas no sólo porque nos parecen mejores, sino –y sobre todo– porque sabemos que constituyen el único método para que los argentinos nos pongamos a construir de una vez por todas nuestro futuro. Esto es, simplemente, la democracia…”
COMITÉ DISTRITO TORNQUIST – SUBCOMITÉ SALDUNGARAY