El pueblo se ha pronunciado preciso, claro y contundente. Cada quien ha expresado su voluntad con libertad, serenidad y madurez. Entre todos hemos contribuido a fortalecer la convicción democrática que nos anima desde hace casi tres décadas.
Ya sabemos que “para que pueda surgir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo que parecía imposible” pero también sabemos que ningún cambio será real si no somos obstinados custodios de los derechos que nos asisten y el mejor modo en que podemos serlo, es contando lo que ven nuestros ojos de ciudadanos de una república consolidada.
El mandato exige ser escuchado y pide – como condición indispensable – eficiencia y eficacia en la atención de las cuestiones pendientes de resolución comenzando por los que afectan a la comunidad en su cotidiano trajinar para que, no transcurra tanto tiempo entre un reclamo y una protesta, la atención no se distraiga y se acabe perdiendo la fe porque el siguiente asunto hace olvidar al anterior.
Desde hace un tiempo considerable se ha naturalizado en Sierra de la Ventana la cultura del “gran bonete” como escape al planteo de cualquier problemática y se juzgan convenientes largas jornadas de “yo señor… no señor… ¿entonces quién…? etc.”, Basten como ejemplos la mutilación impiadosa y/o la extracción de ejemplares del arbolado público/privado o la aplicación de agro tóxico en campos aledaños a la población, sin que resten instancias de protesta pues ante los hechos ya consumados lo que se establece es que han sido debidamente autorizados ¡¡¡¿?!!!.
Asimismo, es natural argumentar con la negativa como fundamento y, entonces, no hay, no se puede, no se sabe, “¿no se quiere? Y así los puntos limpios permanecen sin vaciar en los plazos estipulados que debieran ser de estricto cumplimiento para evitar que se conviertan en focos de atracción para todo tipo de alimañas constituyendo un riesgo para la salud; así, en cada cuadra donde los vecinos depositan pastos y ramas resultantes del mantenimiento de los jardines, se forman verdaderos basurales a cielo abierto donde su puede encontrar todo tipo de deshechos inorgánicos que permanecen largos períodos agrandándose cada vez más; así, la carga y descarga se realiza desde vehículos estacionados en cualquier sitio y horario impidiendo el normal tránsito por las veredas; así, no se desmalezan los terrenos baldíos sin alambrar, tampoco sus veredas y menos aún se toman decisiones respecto de los terrenos baldíos cercados pero desatendidos por sus dueños algunos de los cuales, además, con construcciones abandonadas desde hace años; así, no hay presupuesto para esto o lo otro; así, brilla por su ausencia, y si la hay no es suficiente, una campaña educativa destinada a la comunidad.
Y así, como lógica consecuencia, debemos agregar a cuanto aflige a quienes vivimos en este precioso lugar la proliferación de las “inevitables, golosas…”, como evoca el poeta a las “¡moscas del primer hastío (…)!” que nos han tomado por asalto la ciudadela, intoxicando la tranquilidad pueblerina con su número que ya traspasa el límite de lo imaginable desde antes de que empezara la primavera y todavía cuando aún siguen cayendo unas heladas furiosas. Asusta pensar cómo será cuando aparezcan pertinaces en la estación del calor para fastidiarnos con holgura sin grandes remordimientos.
Hablar de lo que el “mosquerío” representa para la salud es casi tan redundante como abundar con los reclamos históricos de toda índole. Pero quizás, por fin, haya llegado el momento de asumir que es necesario y urgente que se empiece a pensar en serio como será encarada la inevitable planificación que distribuya las debidas responsabilidades donde correspondan para encauzar por carriles normales el diario convivir de esta comunidad.
Voz del pueblo… voz de Dios. El mandato exige que las inquietudes y necesidades de los ciudadanos sean escuchadas y atendidas. Vecina de Sierra de la Ventana