Hernán Guercio / hguercio@laueva.com
Más allá de obligar a quedarnos en nuestras propias casas para prevenir contagios, de hacernos extremar las medidas de seguridad y hasta de tener que usar menos el celular para evitar el colapso de los sistemas de comunicación, la pandemia de Coronavirus también ha hecho que muchos muestren sus verdaderos rostros: por un lado están aquellos que –sin importarle nada ni nadie- se fueron a algún lugar turístico para vivir unas segundas vacaciones, y por otro lado están quienes ante un escenario de crisis solo quieren ayudar.
Para Eliana Marconi, la idea estuvo clara desde un principio: había que dar una mano, fuera como fuera. Y lo hizo: desde hace días, en su casa está construyendo máscaras de acetato para personal sanitario del hospital de Tornquist. Gratis.
La idea y los planos los tomó de un proyecto similar que se está llevando a cabo en la provincia de Mendoza: la visera de sujeción se realiza con una impresora 3D y la máscara se hace con viejas radiografías, a las que se les remueve la tinta y quedan transparentes.
Se hace cargo de todo: cada una de estas viseras tarda una hora y media en realizarse y, mientras tanto, ella misma limpia las radiografías. Ahora que se conoce el proyecto, algunos materiales se los facilita el municipio y hasta se los dona algún comercio, pero los primeros modelos los hizo con dinero de su bolsillo. El miércoles hizo la primera donación de 20 unidades al nosocomio, y al momento de hacer la nota continuaba con la producción.
“Quería hacer algo para ayudar en Tornquist, en este momento que es difícil para todo el mundo”, cuenta a La Nueva.
La primera idea que cruzó por su cabeza fue fabricar válvulas para respiradores, como las que se están haciendo en Italia; incluso llegó a comunicarse con sus desarrolladores, pero no servían para los aparatos que hay en nuestro país.
Las primeras viseras fueron entregadas al hospital municipal de Tornquist, donde ya se están utilizando.
“Leyendo otros artículos, vi que en Mendoza pedían este tipo de máscaras, porque eran eficientes para protegerse del virus. Empecé a investigar para ver quienes habían hecho este proyecto, qué materiales utilizaban e hice el primer modelo, que doné al hospital de Tornquist”, dice.
No fue tan fácil: al principio no se entendía para qué eran las viseras o cómo se utilizaban. Cuando se vio que la idea funcionaba, se comunicaron con ella desde la asociación de bomberos voluntarios local y del hospital de Pigüé para que fabricara para ellos.
“Muchos pensaban que eran para cuidarse del sol, y tuve que salir a explicar de qué se trataban. Para conseguir el acetato, la lámina transparente para proteger el rostro, me ayudó el hospital. Además, estas máscaras se pueden seguir utilizando ya que solo requiere que la limpien”, dice Eliana.
Eliana es diseñadora gráfica y aprovechó el parate en el trabajo para colaborar con quienes más expuestos están al virus.
No todas las radiografías sirven; deben ser previas a 2006, por el tipo de tinta que utilizan. Por ello, no es tan fácil conseguirlas. Además, hay que blanquearlas en lavandina para que puedan utilizarse.
“Otros están probando distintos materiales, pero por ahora yo continuaré con este –asegura-. Queda mucho más prolijo”.
Por ahora, asegura, solo se va a dedicar a fabricar estas máscaras, y para donarlas a aquellas entidades que las necesiten. Cuando comenzó con eso, se propuso destinar dos rollos de plástico para la causa, de unos mil pesos cada uno; también pensó en incursionar en la confección de barbijos, pero se encontró con la traba de que el material hipoalergénico que necesitaba, solo se consigue en Chile y a 6 mil pesos el rollo.
“Tenía que traerlo desde allá, y después tenía que empezar con las pruebas. Al final, lo que mejor se adaptó a lo que puedo hacer son las viseras”, explica.
Eliana es dueña de su propio emprendimiento, Cocomero Diseño Gráfico, y aprovechó el parate obligado que hubo en el trabajo -por la pandemia- para dar una mano “y ayudar en lo que haga falta”.
“Después, voy a tener que pedir ayuda para conseguir los filamentos, porque tampoco están entregando los proveedores. Además, todo esto sale de mi bolsillo”, cuenta.
FUENTE: LA NUEVA